martes, 1 de noviembre de 2011

Casas pequeñas

Lo reconozco, padezco cierto Síndrome de Diógenes. No en grado extremo, por supuesto, quiero decir que no me dedico a recoger cosas de la basura y a acumularlas sin ton ni son y mi casa, en general, está bastante ordenada. Lo que quiero decir es que, como la mayoría de la gente, tengo tendencia a acumular cosas que, en otro tiempo, han tenido un significado, un uso importante, pero que a día de hoy son trastos inservibles, sin mucho sentido.

La última constatación empírica de este hecho la realicé el pasado mes de agosto. Resulta que en breve recibiremos a dos nuevos miembros en la familia y, claro, eso en un piso de poco menos de 80 metros cuadrados, donde durante años han vivido dos personas adultas, exige cierta intendencia… bastante… mucha. 

En fin, que ahí que nos lanzamos a acondicionar habitaciones y deshacernos de aquello que no resultaba “estrictamente necesario” para nuestra nueva vida. Pero, ¿qué es lo estrictamente necesario? Rebuscando en cajones encontré, por ejemplo: una caja llena de invitaciones de boda que nos sobraron en su día; dos bolsas con cartas de amigas que eran amigas cuando todavía escribíamos cartas y de amigas que siguen siéndolo cuando eso ya no se hace; una vieja falda de pana marrón que no usaba desde hace más de diez años, pero que llevaba puesta aquella noche en la que, en cierto sentido, todo esto comenzó; un libro que recogí en una calle de Berlín: Bring mir das Einhorn, íntegramente escrito en alemán, y que, soy consciente, nunca podré llegar a leer; sábanas; zapatos; el cuaderno de Ciencias Naturales del instituto; alfileres de boda; viejas instrucciones; negativos de fotos, …
Conforme sacaba todo aquello de cajones y armarios me convencía de que nada de eso era “estrictamente necesario” y, sin embargo, me preguntaba: ¿y por qué lo he guardado tanto tiempo? Y, claro, ahí está la clave de la contradicción: todas esas cosas que coleccionamos durante años nos recuerdan a aquella persona que una vez fuimos y que poco a poco hemos ido abandonando por el camino. Amamos a nuestro yo pasado con esa ambición del avaro que acumula tesoros compulsivamente, porque tiene el encanto de lo que ya no es. Pero debemos decir adiós a esa persona si queremos dar paso a alguien distinto, más perfecto y, sin duda, mejorado por los años, las alegrías, los golpes, las enseñanzas de los que nos acompañaron en el camino: nuestro yo futuro. Algo que, normalmente, llegamos a comprender a lo largo de la treintena.

Así que, de vez en cuando, es necesario celebrar un funeral digno para aquel que un día vivió en nuestra piel y dejar nacer al otro que ocupará su lugar. No le olvidaremos, seguirá con nosotros, pero sin duda será sustituido por alguien muy diferente. La vida, leí por algún sitio, es un proceso de continua pérdida. Yo creo lo contrario, la verdad, que es un proceso de continuos encuentros. Ahí radica su secreto y su magia. Pero todo junto no cabe y, claro, se nos exigen ciertos sacrificios. 

Una vez la hermana de Jose me dijo una frase sencilla que resume todo lo anterior: “cuñá, en una casa pequeña no hay sitio para la nostalgia”. Y así es, no hay sitio para eso. Porque su verdadero lugar está en nuestros recuerdos. Por eso mi casa pequeña me salva de esa nostalgia insana, ayuda a prevenir mi incipiente Síndrome de Diógenes, y hace sitio para algo mucho más importante, lleno de esperanza y siempre mejor (no lo voy a dudar nunca). Hace sitio para el futuro. 

P.D.: Aún no he conseguido tirar la falda de pana marrón. La tengo escondida en un altillo del armario. Pero, por favor, no se lo contéis a nadie.

5 comentarios:

  1. Querida Mrs. Tomico

    (tal nombre me recuerda por un instante a Ms. Tomengo -nótese la pronunciación del inglés, más próxima a Tomingou-, que en el asilo para enfermos mentales donde nos conocimos, llamaba a la puerta de la cocina para anunciar que se econtraba en la estancia, que ya podíamos servirle el desayuno-),

    ánimo en estos días de cambio, decisiones y aceptaciones, previos a ese futuro duplicado que se avecina.
    :)

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  2. Querido/a mmstrip,

    Gracias por los ánimos, me harán falta dentro de la locura que se avecina. Me alegro de que mi nombre te recuerde a alguien tan particular :)

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  3. Enhora buena por lo que se avecina,deduzco que son gemelos....se algo de esa experiencia,quizas duro ,pero muy bonito.

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  4. Gracias Berenguela. Pues sí, mellizos... Todo el mundo nos advierte de lo difícil que será, pero seguro que compensa!!!!!

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  5. He aterrizado en este post por un enlace de tu santo esposo. Sólo quería decirte que me ha encantado.

    Un abrazo ;)

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