viernes, 11 de noviembre de 2011

A wonderful world?

Me preocupa el mundo. Soy de aquellas personas pesimistas cuando miro a mi  alrededor, lo reconozco. Cuando escucho o leo en algún sitio “el mundo es maravilloso” chirrío los dientes porque creo que es una frase de ignorantes o demagogos o de optimistas empedernidos… para crédulos. Hay personas maravillosas pero el mundo de hoy ni mucho menos es maravilloso.

Esta reflexión ha sido provocada por la lectura reciente de un estudio socioeconómico. Titulado “Si en el mundo sólo hubiera 100 personas”, intenta reproducir a esa escala el panorama que dibuja un mundo con 7.000 millones. Ciertamente, los datos son para estremecerse. Según este informe, seis personas tendrían el 59 por ciento de las riquezas del mundo, veinte personas consumirían el 80 por ciento de los recursos del mundo, sólo 30 tendrían lo necesario para comer y sólo una sería universitaria. 43 vivirían sin una sanidad básica y 18 sin agua potable. 14 no sabrían leer. Sólo 7 tendrían un ordenador.

Visto así, un mundo de 100 personas, parece algo hipotético. Pero no es el verbo condicional, es el presente del indicativo. Eso está ocurriendo. En nuestro cómodo chaise-longue desde nuestra cómoda parcela del mundo en la que nos ha tocado vivir, no somos capaces de verlo. Imagina que vives en un barrio donde 70 de los 100 vecinos no tienen qué llevarse a la boca cada día… ¿no harías algo para remediarlo? ¿no intentarías ayudarle a toda costa? Entonces, ¿por qué no lo hacemos a escala mundial? La respuesta es doble. En primer lugar, somos tan individualistas, que sólo miramos que en el interior de nuestros muros esté todo bien. En segundo término, el sistema nos hace creer que no podemos hacer nada, que estamos atados de pies y manos.

Durante muchos años fui voluntaria de dos Organizaciones No Gubernamentales, una social (Banco de Alimentos) y otra ecologista (Greenpeace). Cuando fui madre tuve que dejarlo, porque no podía sacar tiempo para ello. O mirado desde el punto de vista real: fui demasiado individualista. Ahora pienso volver. A ellas o a otras. Quiero hacer algo. No quiero ver pasar las miserias y los dramas desde la ventanilla de mi tren en marcha. Sé que al final de la vida te llevas en un paquete contigo el amor que has sabido entregarles a otras personas.

Quiero que sirva este post como reconocimiento a aquellas personas que dedican algunos minutos de su vida a actuar por ayudar a los demás, y no se simples espectadores tras la pantalla de la televisión. A los que acompañan a personas mayores, a los que regalan paquetes de comida, a los que se van de voluntarios a un país pobre, a los que limpian playas, a los que trasladan a discapacitados, a los que hacen reír a niños en los hospitales, a los que…

Hemos aprendido a volar como los pájaros,
a nadar como los peces,
pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos
como hermanos.

Martin Luther King

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