sábado, 12 de noviembre de 2011

Larga vida a la música


Hace unos días me compré la reedición del Achtung Baby, de U2. Fue ponerlo y venirme a la mente una decena de momentos de mi vida a los que vinculo cada una de las piezas que componen esa obra maestra en la que los irlandeses echaron el resto.

Hay canciones que marcan tu vida entera, hay canciones que marcan momentos, instantes efímeros; hay canciones que marcan a las personas o que simplemente les adjudicamos sin saber muy bien porqué.

Para mí las canciones son algo parecido a las fotos. Son recuerdos. De esos instantes, de esas personas que pasan por mi vida, de lugares a los que he ido, a los que imagino ir. Conservo en mi memoria consciente e inconsciente infinidad de recuerdos relacionados con piezas musicales que no sólo significan algo porque las escuché con alguien en un momento determinado. Son mucho más que eso. Son sensaciones, sentimientos, emociones

De hecho, hay melodías que vinculo a personas que ellas totalmente desconocen, probablemente son canciones que a ellos no les dicen nada pero que para mí son significativas por razones que ni yo misma llego a comprender.

No puedo recordar el momento exacto de mi vida en que descubrí la música, pero sí sé que siempre ha estado ahí. En los momentos buenos, en los malos, y en los regulares siempre he encontrado en la música un consuelo, un refugio, un templo… mi templo.

Por eso, cuando subo en el coche lo primero que hago es encender la radio, en el trabajo (si la actualidad me lo permite) o en casa, en la cocina, en el baño, corriendo, planchando…. 

Por eso, una de las cosas que me enamoró de mi santo fue comprobar cómo él hacía exactamente lo mismo, con gustos en ocasiones radicalmente diferentes, en ocasiones bastante parecidos….

Por eso me sorprende y encanta a la vez que mi pequeña cante y baile a todas horas, con bastante más armonía que sus progenitores…

Por eso también me siguen emocionando mis dos rituales favoritos en torno a la música: desenvolver un CD nuevo y acudir a un concierto.

Admiro a los creadores de música, por encima de cualquier otra forma de expresión del arte. Por eso, cada semana me gusta rebuscar en mi imaginaria fonoteca una canción para cada reflexión. Ahí va la de hoy:

There's a starman waiting in the sky
He'd like to come and meet us
But he thinks he'd blow our minds
There's a starman waiting in the sky
He's told us not to blow it
Cause he knows it's all worthwhile
He told me:
Let the children lose it
Let the children use it
Let all the children boogie, de Starman, de David Bowie

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