lunes, 9 de enero de 2012

Mi lado Sur

Soy una apasionada de la publicidad –es fascinante estudiar cómo las marcan intentan sintonizar con el público, seducirles, y también es fascinante la inmensidad de herramientas que pueden utilizarse- y cuando veo la televisión, gran parte del tiempo estoy analizando spots. Ante algunos me enfado por lo vagos o soeces que son; otros pasan de largo sin que consigan inmutarme; a otros les aplaudo por su creatividad… y algunos, muy pocos, me hacen reflexionar. 

Es el caso del último anuncio de Cruzcampo. El slogan “todos necesitamos un poco de sur para no perder el norte” puede parecer simple pero esconde mucha psicología detrás porque –no hace falta que lo diga- el sur no es un punto cardinal o un espacio geográfico. Es una actitud, un estado mental que proporciona el equilibrio vital necesario para no perder el norte.

Cuando tienes treintaytantos normalmente vas repleta de equipaje en la vida. Poco a poco has ido acumulando responsabilidades y obligaciones y, en ocasiones, posponemos los momentos destinados a disfrutar, a relajarnos, a ser nosotros mismos. Según  diversos estudios de neurociencia recientes, cuando esto sucede se produce un desequilibrio en nuestra mente que hace perder la dirección y el sentido de la vida. A mí y a algunas de las amigas que están leyendo esto les ha ocurrido. Te levantas una mañana, tienes que trabajar, cuidar a los niños, arreglar la casa, hacer la compra, estudiar el curso postgrado al que te has apuntado, echar la primitiva y pagar el último recibo del IBI… y piensas: ¿ésta es mi vida? Quieres huir de ahí, hacer algo distinto e irresponsable. Quieres, en definitiva, conectar con tu lado sur, contagiarte de un espíritu de espontaneidad y alegría.

No es fácil cuando tienes dos hijos y ninguna ayuda, un trabajo y demasiadas cosas que hacer. Pero hay que intentarlo. Aunque desmelenarse consista en hacer cosas aparentemente tan nimias como acostarte un miércoles a las 3 de la mañana viendo una película aunque madrugues al día siguiente, beberte un par de copas de vino ¡en la merienda! o hacer huelga de higiene y no bañar a nadie porque no tenemos ganas. O comprar un regalo sin motivo. O hacer el amor en el momento más inoportuno. O poner a indecentes decibelios la música en el coche y bailar hasta que la gente te mire pensando que estás loca.

Pero mi reflexión va un poco más allá y es que quiero llegar a un punto importante: nuestro lado sur aflora mucho mejor en compañía. No lo digo yo. La ciencia ha demostrado que las personas con mayor número de relaciones personales y sociales se sienten claramente más felices y satisfechas. Concretamente, el 91 por ciento de las personas que se consideran felices, dicen que tienen una saludable vida social. Nos necesitamos los unos a los otros. La alegría, la espontaneidad, el equilibrio mental que mencionaba antes aparece en una simple reunión de amigos una tarde inesperada. Con o sin una Cruzcampo en la mano.

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