domingo, 29 de enero de 2012

¿Y tú te quieres bajar?

Cada día es mas común entre mis amigas y familia hablar sobre el ritmo de vida que llevamos, días o semanas enteras sin ver a padres, hermanos, devolver esa llamada de teléfono, preguntar a tu amiga por su familiar enfermo o por las pruebas que se hizo la semana pasada o simplemente charlar con ella…… el exceso de trabajo, horarios incompatibles, cursos, al final nos damos cuenta que al día le faltan horas, que nos estamos perdiendo muchas cosas y personas buenas, sin pararnos ni un segundo a pensar que todas esas cefaleas, contracturas, mareos, insomnio…. lo provoca solo esa velocidad vertiginosa que llevamos cada día y parece que preocuparnos de nosotros mismos es simplemente perder el tiempo.
Es obvio que no podemos frenar el ritmo del mundo, que nuestra forma de vida (ni mas ni menos la que nosotros hemos elegido) nos lo exige, pero llega un momento en que nuestro cuerpo nos alerta y si continuamos con la misma actitud , comienzan a aparecer problemas realmente graves e incluso incapacitantes que se pueden resolver antes de llegar a resultarnos inaccesibles o desbordantes.
Muchas veces pienso que ante esta montaña arena de que no para de crecer, tendríamos que parar en seco, tomarnos un tiempo para nosotros, nuestro yo individual, ese al que nunca hablamos y parece que estemos enfadados con él, tendríamos que prestarle atención y preguntarle que es lo que estamos haciendo y si realmente es lo que queremos, si llenamos todas las horas del día en acciones que no nos gustan y que encima se llevan toda nuestra energía, comienza a afectar al estado de ánimo, nos convierte en personas infelices, agotadas, de mal humor, enfermas y solas (seguro que nos viene a la mente alguien así).
Debemos afrontar las situaciones lo mejor que se pueda, y para ello tenemos que estar fuertes emocionalmente, valorarnos, ya que la vida diariamente nos plantea nuevos retos y la mayoría de las veces no son tareas fáciles, y todo va a depender de cómo te plantees el mundo como algo amenzador o como algo maravilloso.
Tenemos que buscar ese equilibrio, es lógico tener pánico a la incertidumbre, a los cambios, pero sin riesgo no hay beneficio, este riesgo hay muy pocas personas que lo quieran asumir, pero si tienes un motivo fuerte por el que luchar y cambiar, hay que vencer al conformismo, siempre he pensado que la diferencia entre una persona feliz y otra que no lo es está en qué dedican su tiempo libre.
“El estilo de vida imperante exige demasiado y en áreas diversas: familiar, laboral, de pareja, social, lo que ha provocado que uno de cada diez adultos padezca estrés, depresión o agotamiento. Un cambio de hábitos y tener recursos personales para aliviar la presión que el entorno ejerce sobre cada uno, puede ayudar a sobrellevar el acelerado ritmo de vida”. (E. Punset)

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