viernes, 13 de enero de 2012

100 cajas de nada

Libros, revistas, zapatos, sábanas, juguetes, cuadros, lápices, vajillas… ¿os habéis detenido a contar cuántas cosas poseemos hoy en día? Sí lo ha hecho
World Wildlife Found (WWF) en Francia, que estima que en la actualidad tenemos de 3.000 a 4.000 objetos en nuestros hogares, 15 veces más que nuestros abuelos. Dos generaciones han acumulado un 85 por ciento más de cosas que la anterior. Una empresa de mudanzas (Zarzas) ha cuantificado además en cuántas cajas cabe lo que contiene una vivienda. Muebles grandes aparte, varía desde las 60 cajas de un apartamento a las 100 de un chalet.

El día post Reyes Magos tuve una crisis. La podemos llamar “crisis de objetos”. Borracha de objetos, eché un vistazo a mi alrededor. Había cosas por todos lados. No sabía donde meter los nuevos regalos que sus majestades habían traído. Caí en la cuenta de que incluso había cosas que trajeron el año pasado ¡que aún no habíamos abierto! Y quise, por un momento, no poseer nada de ello. Despojarme de lo superfluo, de lo añadido… quedarme con lo trascendente, con lo que llevo encima.

Algún día de mañana se mirará al siglo XX y se preguntará por qué poseíamos tantas cosas. Un ejemplo: ¿por qué todos los hombres quieren tener un taladro si, según un estudio, domésticamente sólo se utiliza durante 12 ó 13 minutos durante toda la vida? ¿Y para qué quiero 15 bufandas (las conté el otro día) si sólo suelo –y puedo- ponerme una?

No sé si es el consumismo desenfrenado en el que nos movemos, la necesidad de posesión del ser humano o que somos fetichistas/coleccionistas. Pero la realidad es que ese montón de cosas, esas 100 cajas de mudanza, no nos hacen feliz en absoluto. La vida es otra cosa. Es guardar en tu retina aquel día que tu hijo te sonrió irresistiblemente; en tu estómago aquella comida de aquel restaurante que descubrimos callejeando; en tu piel el beso de tu padre cada vez que debía irse al mar; en tus manos el tacto de la arena en las vacaciones de verano.

No somos lo que tenemos… sino lo que sentimos. Y, siguiendo con la publicidad, tema recurrente en mis posts, os diré que considero muy acertado el slogan de una conocida marca de güisqui: be rich in experiences. Y eso no significa, ni mucho menos, que vaya a entregarme -aún más- a la bebida…

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