martes, 17 de enero de 2012

¿Uso o abuso?



Facebook, WhatsApp, Twitter, correo electrónico, sms… ¿Os habéis parado a pensar cuántos minutos de nuestra vida dedicamos, cada día, a relacionarnos con los demás mediante estos sistemas?

No dudo que para muchos de nosotros son magníficos instrumentos para mantener el contacto con personas a las que queremos y que, de otra forma, no sería posible. Para otros, además de eso, suponen una herramienta fundamental en su trabajo diario, un complemento perfecto para su profesión.

Sin embargo, me pasma ver a parejas cenando en un restaurante sin cruzar palabra, sin mirarse a los ojos, mientras uno de ellos, o incluso ambos, observan atentos la pantalla de su I phone, Blakberry o cualquier otro artilugio rectangular con pantalla. Grupos de amigos en el Metro que, eso sí, en círculo o sentados todos en fila, no se interrelacionan, se acompañan físicamente pero no tienen ningún contacto intelectual.

Hace unos años nadie habría entendido que personas adultas ‘hablaran’ durante una conferencia, una presentación o una reunión de trabajo. Se consideraba una auténtica falta de respeto al ponente o a los participantes en un encuentro. Hoy, lo que no permiten los docentes en sus clases, lo vemos cada día hacer a profesionales en situaciones como éstas. Nos parece absolutamente lógico que se ignore al que tiene la palabra mientras nuestra mente está más ocupada con aquella otra u otras personas destinatarias y emisoras de mensajes ‘virtuales’.

Es más, en la mayoría de los casos, vemos a estas personas con una  manto de profesionalidad. Están tan ocupados que no pueden dejar de gestionar a la vez que realizan otra de las importantes funciones que tienen que desarrollar al cabo del día. Quizás en unos años, como pasó con el tabaco, seamos conscientes de que sí es una falta de respeto no estar con los cinco sentidos en determinadas situaciones. Sin generalizar, por supuesto, pero, a la vez, sin minimizar situaciones en las que se roza la mala educación respecto a los que comparten con nosotros el mismo espacio y tiempo.

Me gustaría tener una estadística que reflejara en cuántas de esas ocasiones se utiliza el móvil para concretar cuestiones inaplazables, ya sean personales o profesionales,  y, en cuántas otras, sus protagonistas, huyen, apoyándose en ellas, de la realidad que les rodea, un ‘aquí y ahora’ que nos parecen mucho más aburridos que aquello que nos sorprende ‘al otro lado’. Creo que estaríamos ante un interesante resultado. Sabríamos si la mayoría de nosotros estamos más cómodos, somos más felices o simplemente nos divertimos más en ese otro mundo al que no sé si llamar virtual porque me atrevería a decir que, a veces, es más real que ese 'estar' al que claramente desdibuja.

No hay comentarios:

Publicar un comentario