jueves, 1 de marzo de 2012

Feliz cumpleaños, olvidada cassette

Para esta semana, una reflexión y un homenaje a la "casete", la cinta, que cumplió nosecuantos años en esta semana y que poco a poco ha sido desterrada de nuestros hogares.
El otro día escuchaba en la radio un programa sobre este tema y me puse a pensar mientras conducía, que es cuando mejores reflexiones suelo hacer (espero que a nadie le asuste cruzarse conmigo al volante, que además de pensar, voy pendiente de la conducción, para eso soy mujer y puedo hacer varias cosas a la vez).
Pues eso, iba con la radio en el coche, que es ya el único lugar donde la oigo, en casa he perdido ese hábito y nada más escucho música por internet.
Mientras oía recuerdos de radioyentes sobre la cinta, me acordé de cómo yo estaba siempre pendiente de que pusieran en la emisora la canción de la que andaba detrás, tenía la cinta metida en su pletina, preparada en el punto justo, esperaba a que el locutor se callara y ¡pum! a darle al rec.
Era un pirateo continuo, y nadie venía a tocarte las narices y exigirte un canon. El locutor de turno te pisaba siempre el final, o la ráfaga de los 40, pero al igual que hoy te tosen en las películas yonkis. Le comenté a Santi este pensamiento y me lo rebatió argumentando que claro que la SGAE no perseguía esto, porque ya la radio pagaba un canon por emitir la canción. Ah, ya, claro, ¿pero acaso la sala de cine no lo paga también, y el tipo que graba la peli de "extranji" y que carraspea durante su grabación no ha pagado también su entrada?
Ah....
Y adémás, cuando usábamos cintas, no solo grabábamos de la radio, es que yo recuerdo darle cintas a alguien para que me grabara un disco o incluso un cd que tuviera, y no hace tanto. Eso sí que era pirateo y reproducción ilegal.
(¿Y quién no ha tenido un novio o ex novio adolescente que le grababa canciones favoritas en una cinta para que se acordara de él?)
Para finalizar una anécdota, y no voy a contar la de rebobinar la cinta con un boli para no gastar las pilas del walkman:
Éramos con la cinta hasta ecológicos, las aprovechábamos una y otra vez. Grabábamos encima de otras cosas y esto exigía una depurada técnica de dejar espacios en negro entre tema y tema. Mi abuelo (que ha fallecido hace unos días y al que le mando un beso desde aquí) era médico y tenía en su consulta unas cassettes de pacientes a los que se les grababa su corazón para hacerles un estudio, a través de un aparato que se llamaba holter o algo así. Cuando ya no servían, nos las daba a los nietos para que grabáramos de la radio (insisto, no hace tanto, hablo de los tardíos 90), y por una cara sonaba muy fuerte un píiiii agudísimo y por la otra, un brrrrrrrrrrrrr súper grave. Había que pisarlos dejando espacios negros porque era muy desagradable. Echo de menos esos espacios entre canción y canción en los que por despiste o dejadez, salía un píiiii que me dejaba sorda mientras escuchaba el walkman, cuando volvía en el Alsina de mi verano en Málaga.

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