jueves, 1 de diciembre de 2011

¿Niño o niña?

Madre mía qué importante sigue siendo esta pregunta. Las películas en blanco y negro mostraban a una matrona con cofia que anunciaba emocionada el sexo del neonato segundos después de su venida al mundo. Hoy podemos saberlo mucho antes.
En un momento en que nuestra sociedad ha dado enormes pasos en materia de igualdad, en el que los padres no deben agobiarse en pensar en la dote de sus hijas, en el que una mujer puede casarse con otra mujer, en el que queda muy poco para que también los hombres puedan gestar… A los padres nos sigue importando –y mucho- el sexo de nuestros bebés.

Pero no sólo a los padres. Es que todo el mundo considera que saber si es niño o niña es uno de los momentos cruciales de tu embarazo. Ahora que mi barriga comienza a notarse, la gente me hace esa pregunta: tras un rutinario y cortés “¿cómo estás?” viene el “¿y ya sabes lo que es????” y me miran con cara expectante.


Lo confieso, para mí también era algo muy importante, y no sólo por saberlo, es que sentía que no era lo mismo tener un hijo que una hija, yo tenía mis preferencias. La ecografía de las 20 semanas es la que suele arrojar este dato sin apenas margen de error… Eso y un montón de posibles anomalías y cardiopatías que se tratan de detectar también en dicha prueba.
Pues bien, yo, que soy hipocondríaca por naturaleza y que me suelo poner en lo peor, no estaba más que pendiente de si había o no colita. Me autodisculpo pensando que, una vez pasadas sin problemas las primeras pruebas, el chute hormonal de tu cuerpo te adormece las preocupaciones, das por hecho que todo está bien, y sólo te importa saber si se va a ser una nena o un nene.
Aunque insisto, no es sólo una cuestión propia de la madre y el padre, es que apenas nadie me preguntó si el feto iba bien, los abuelos y el resto del mundo querían saber si era “o” o “a”, no les valía con la neutra “@” que algún chalao moerno se inventó para el lenguaje no sexista.

Y atentos que estamos en el camino de poder elegir de antemano... Yo había leído algo relacionado con los días de la ovulación y el sexo del bebé. Mi vecino ginecólogo me confirmó que existe ya alguna base científica: siempre que me lo encuentro en el ascensor me pregunta qué tal estoy. Como ya estaba harta del rutinario "bien, gracias", decidí aportar la nueva información. "Es una niña", dije sonriente, y él me preguntó: "¿la habéis buscado con un método de ovulación?" Mmmmm.... Creo que el "milenarismo" va a llegar...

Y como siempre, nuestra adorada cultura del consumo contribuye mucho a todo esto. Aunque ya en los años 90 los hombres comenzaran a comprarse politos y camisas rosas, las tiendas nos recuerdan más que nunca que se trata de un color para niñas y que los niños van de azul, o de colores estridentes si es que entras en la sección infantil de H&M. Y, por supuesto, te recuerdan que hay un sinfín de prendas de Hello Kitty que le puedes comprar a tu hija ya que tú solo tuviste una libreta de la famosa gatita sin boca; y que, para compensar, tu hijo puede ir vestido de arriba hasta abajo –calzoncillos incluidos- de Rayo Mascuín (como dice mi sobrino).

En conclusión: yo creo que somos iguales en derechos, deberes y en oportunidades (no siempre se cumple), pero que hay rasgos que nos diferencian bastante, me da igual si los marca la sociedad, si son culturalmente adquiridos o si los determina la biología. Yo quiero niña y paso del topicazo “un niño es mejor para ti porque los niños son de las madres y las niñas de los padres”.
En fin amig@s, que creo que EL SEXO SÍ QUE me IMPORTA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario