sábado, 10 de diciembre de 2011

Conciliación

Conciliación. Es la palabra de moda, tanto, que casi la estoy llegando a aborrecer, la verdad, pero no debo, porque realmente a las mujeres nos ha costado mucho llegar a lograr el derecho a eso, a conciliar, y pese a todo, aún queda mucho por recorrer.

Estos días he sido testigo del debate que nuevamente ha generado la conciliación laboral y familiar de las mujeres con el caso de Soraya Sáez de Santamaría. Aunque en todos los ámbitos se ha hablado de ello, tengo que admitir que el que más ha llamado mi atención ha sido el creado entre mis amigas y conocidas. Gente que como yo, vivimos la realidad y no sólo nos dedicamos a criticar o discutir de lo que le pasa a los demás.

Yo aquí y ahora ni quiero ni puedo dar lecciones a nadie sobre qué es lo correcto, ni siquiera me atrevo a dar mi opinión sobre lo que se debe o no hacer por no caer en posturas demagógicas. Por eso me voy a limitar a relataros mi experiencia personal, porque como bien dice Mrs. Tomico “cada uno lo cuenta, como lo vive”.

Para mí fue (y aún sigue siendo) muy dura la decisión de “aparcar” mi carrera profesional, o al menos relegarla a un segundo plano, por el cuidado de mis hijos. Observo con cierta envidia (siempre sana, de verdad) a aquellas que económicamente se pueden permitir llevar las dos vidas de forma equilibrada y paralela, la profesional y la personal al mismo nivel. Porque si de algo estoy segura es que no por cambiar más pañales, hacer más papillas o parir con más dolor, sé es mejor madre.

Sí, quizá haciendo todas esas cosas, que son la parte más fea de la maternidad, se valore mejor el gran esfuerzo que es ejercer de madre, pero no se es mejor madre, en absoluto.

Sin embargo, y aunque en mi decisión el factor económico fue determinante, cada día que pasa me alegro más de poder pasar todo el tiempo que paso con mis hijos. Es un lujo, un privilegio, un derecho al que no puedo pero tampoco quiero renunciar.

Me ha servido además para valorar una parte de mí que siempre me he negado, la de ama de casa. Soy hija de madre trabajadora, y me han criado para ser independiente, libre en mis decisiones, y como no, trabajadora fuera del hogar.

Ahora que soy la número uno en las tareas de “mi casa” veo encantada que no sólo soy capaz de hacerlo y compaginarlo con el resto de facetas de mi vida, sino que además se me da bien. No os confundáis, que tampoco es que sea yo Bree Van de Kamp, la de Mujeres Desesperadas.

Dicho todo esto, creo que como todo en la vida, es una cuestión de prioridades y momentos. Cada una puede decidir si tiene hijos o no, si se queda en casa cuidándolos o no, si delega esta tarea en el padre o en otra persona, si pone por delante su carrera o no…. Pero decida lo que decida debe hacerlo con libertad. Y sobre todo, decida lo que decida, que ninguna otra mujer, madre o no, la critique por ello. Amigas, no nos echemos tierra encima que para eso ya están los (algunos) hombres.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo!
    No se es mejor madre por cambiar más pañales ni peor por querer progresar en su carrera profesional!

    Enhorabuena por el blog!

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