Conciliación. Es la palabra de moda, tanto, que casi la
estoy llegando a aborrecer, la verdad, pero no debo, porque realmente a las
mujeres nos ha costado mucho llegar a lograr el derecho a eso, a conciliar, y
pese a todo, aún queda mucho por recorrer.
Estos días he sido testigo del debate que nuevamente ha
generado la conciliación laboral y familiar de las mujeres con el caso de
Soraya Sáez de Santamaría. Aunque en todos los ámbitos se ha hablado de ello,
tengo que admitir que el que más ha llamado mi atención ha sido el creado entre mis
amigas y conocidas. Gente que como yo, vivimos la realidad y no sólo nos
dedicamos a criticar o discutir de lo que le pasa a los demás.
Yo aquí y ahora ni quiero ni puedo dar lecciones a nadie
sobre qué es lo correcto, ni siquiera me atrevo a dar mi opinión sobre lo que
se debe o no hacer por no caer en posturas demagógicas. Por eso me voy a
limitar a relataros mi experiencia personal, porque como bien dice Mrs. Tomico
“cada uno lo cuenta, como lo vive”.
Para mí fue (y aún sigue siendo) muy dura la decisión de “aparcar”
mi carrera profesional, o al menos relegarla a un segundo plano, por el cuidado
de mis hijos. Observo con cierta envidia (siempre sana, de verdad) a aquellas
que económicamente se pueden permitir llevar las dos vidas de forma equilibrada
y paralela, la profesional y la personal al mismo nivel. Porque si de algo
estoy segura es que no por cambiar más pañales, hacer más papillas o parir con más
dolor, sé es mejor madre.
Sí, quizá haciendo todas esas cosas, que son la parte más
fea de la maternidad, se valore mejor el gran esfuerzo que es ejercer de madre,
pero no se es mejor madre, en absoluto.
Sin embargo, y aunque en mi decisión el factor económico fue
determinante, cada día que pasa me alegro más de poder pasar todo el tiempo que
paso con mis hijos. Es un lujo, un privilegio, un derecho al que no puedo pero
tampoco quiero renunciar.
Me ha servido además para valorar una parte de mí que
siempre me he negado, la de ama de casa. Soy hija de madre trabajadora, y me
han criado para ser independiente, libre en mis decisiones, y como no,
trabajadora fuera del hogar.
Ahora que soy la número uno en las tareas de “mi casa” veo
encantada que no sólo soy capaz de hacerlo y compaginarlo con el resto de
facetas de mi vida, sino que además se me da bien. No os confundáis, que
tampoco es que sea yo Bree Van de Kamp, la de Mujeres Desesperadas.
Dicho todo esto, creo que como todo en la vida, es una
cuestión de prioridades y momentos. Cada una puede decidir si tiene hijos o no,
si se queda en casa cuidándolos o no, si delega esta tarea en el padre o en
otra persona, si pone por delante su carrera o no…. Pero decida lo que decida
debe hacerlo con libertad. Y sobre todo, decida lo que decida, que ninguna otra
mujer, madre o no, la critique por ello. Amigas, no nos echemos tierra encima
que para eso ya están los (algunos) hombres.
Estoy de acuerdo!
ResponderEliminarNo se es mejor madre por cambiar más pañales ni peor por querer progresar en su carrera profesional!
Enhorabuena por el blog!