Nunca he sido una persona ni atrevida ni arriesgada. Ya de
pequeña ir a la feria y montarme en la mini
montaña rusa me parecía una barbaridad. Como mucho en los coches-choques y
al final siempre terminaba el feriante ayudándome a conducirlos, lo que me
hacía sentir todavía más ridícula, si cabe. Tampoco me veo haciendo puenting o montando en kayac (al menos mientras escribo estas
líneas, mañana no sé).
Pero al grano. Lo que quería contaros hoy surge de una reflexión
a raíz de mi fin de semana. Un fin de semana que ha sido un poco diferente, sin
ser nada estrambótico.
En estos días me he dedicado a las aventuras de riesgo. Pero
quiero aclarar que teniendo en cuenta que el riesgo es la probabilidad de que suceda un evento, impacto o
consecuencia adversos, y sabiendo que las personas somos distintas las unas
de las otras, ésto hace que surjan diferentes comportamientos ante el riesgo. Menos
rollo, lo que quiero decir que para cada uno el riesgo tiene matices
diferentes.
A lo que iba, mi primera aventura de riesgo comenzó el viernes
por la noche, con una cena en casa para 12 personas. Hasta ahí puede parecer
algo muy normal. Una cena entre amigos, distendida, de charla y copichuelas.
Pero lo arriesgado de mi invitación es que no conocía a ninguno de mis
convidados (a una chica sí pero sólo de un mediodía). Eran compañeros de
trabajo de mi marido y a él le hacía ilusión traerlos a casa y que los
conociera.
En fin, para mí fue todo un día de riesgo. ¿Qué puedo preparar
de comer? ¿Serán delicados? ¿Habrá alérgicos? Arriesgaba mucho con la comida.
El segundo riesgo fundamental al que me enfrentaba era el feeling. ¿Y si no me caen bien? Y lo peor ¿y si no les caigo bien
yo a ellos? Y el tercer trance se centraba en si sabría o no integrarme en sus
conversaciones. Creedme, para mí era toda una aventura de riesgo. No quería
defraudar a mis comensales y mucho menos a mi marido.
A pesar de mis temores, la cena resultó un éxito, y no lo digo
por la comida de la que todos dijeron estaba buenísima -no sé si porque era
verdad o porque son muy educados- sino por la compañía. Resultaron ser de lo
más agradable y simpático e incluso había un par de personas que con sus
ocurrencias amenizaron la reunión y la hicieron muy divertida. Gracias a todos,
si me leéis.
Me acosté muy satisfecha y con una tranquilidad pasmosa. Con la
sensación de que haber corrido el riesgo había merecido realmente la pena.
Mi segundo reto lo viví ayer domingo. En este caso si podríamos
hablar de una aventura deportiva de riesgo. Me desvirgaba como montañista. Ya
veis, ¡yo montañista! ¡¡¡Quién me ha visto y quién me ve!!! Era algo que tenía
pendiente conmigo misma. ¿Sería capaz de andar 16 kilómetros por montaña?
Imagino que para muchos, cuando leáis esto pensaréis “Vaya tela. Si eso no es
nada”. Lo sé pero hace muchos años que no hago ejercicio físico-deportivo,
propiamente dicho.
Así que me levanté a las 8 de la mañana, agua, bocatas, mochila
y hacia la montaña. Durante el trayecto hubo tramos de todo tipo: positivos, asfixiantes,
amenos, duros… pero llegamos al final de la meta. Y para mí era un riesgo
superado. Me sentía feliz. Como la ranita sorda de Mrs Tomico. ¡He podido! Y lo
mejor es que¡me ha gustado! Así que hemos quedado para repetir la excursión en
otro entorno.
En fin, ha sido un fin de semana para descargar adrenalina por
los cuatro costados. Mi adrenalina. Y reitero, aunque para algunos puedan
resultar minuciosidades para mí han sido dos aventuras arriesgadas de las que
una vez logradas no me arrepiento. Es más, quiero volver a repetirlas y salir
de la rutina de mi vida en la que últimamente me veo envuelta y que tanto me
está pesando.
Por último, quería compartir con
vosotros que otras dos personitas también han decidido cambiar sus fines de
semana rutinarios y los de su progenitora sobre todo, y vivir una aventura de
riesgo. Me refiero a los dos mellizos de Mrs. Tomico que han dejado de pisarles
las costillas para salir al mundo exterior. ¡Bienvenidos pequeños! Ahora sí
Mrs. Tomico, ahora sí que has dejado tu estado de reposo
absoluto para convertirlo en un no parar total. Un besazo
y enhorabuena, campeona…
A todos los demás lo de siempre, que paséis un buen lunes y recordad
lo que nos dejó escrito el brasileño Paulo Coelho “cuando alguien desea algo
debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena”.
PD: Por si hay algún incrédulo, os dejo un documento gráfico ;)
guapa, rubia!
ResponderEliminarTengo la intuición, no sé por qué, que tus invitados quedaron encantados con tu exquisita cena, que pasaron una noche genial y que superaste con creces tu aventura de riesgo.
ResponderEliminarTu si que eres linda Kika Lulablue
ResponderEliminarGracias Teresa. De veras lo pase muy bien. Cuando puedas mandame cositas de lo q hablamos q me gusto mucho la idea.Petons
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