Érase una vez un
colegio muy especial, quizá no lo era tanto… o sí, sí que lo era porque iban
niños de todos los colores: rojo, amarillo, azul, blanco, negro y también gris,
rosa y muchos colores más. Era un cole pequeñito pero feliz porque llenaban sus
aulas decenas de pequeñines empeñados en aprender una cosa nueva cada día.
Juntos pintaban,
coloreaban, reían, lloraban a veces, gritaban, jugaban y muchas cosas más. Pero
un día fueron desapareciendo los objetos, que aunque eran pocos, sí que eran
útiles y bonitos. Primero, los libros, luego los lápices, después las mesas y
así hasta que un día papás, maestros y alumnos lo único que encontraron al
llegar puntuales al cole fue una nube en su lugar. Hallaron dos mensajes a sus
pies: uno del hada de la avaricia y otro del hada de la generosidad. La primera
les explicaba que había arrojado su maldición sobre el cole, la segunda que
sólo la armonía y el entendimiento podría devolvérselo.
Lo que sucedió
entonces sólo lo supieron ellos. Nadie más.
Ésta es la única manera que se me ocurre de explicarle a mi
hija de cinco años que en su clase está a punto de desmoronarse la cooperativa
de padres para comprarles el material de escolar, porque no encuentro otra
forma de trasladarle una situación que hasta a mí me cuesta comprender.
Que a los padres a
veces se nos olvide “lo importante” (nuestros hijos) y nos enfrasquemos en
batallas absurdas sobre imposiciones y decisiones. Que a una semana de la
Navidad (en la que muchos gastaremos ingentes cantidades de dinero en cosas
totalmente prescindibles) nos planteemos rebajas en la educación de nuestros
hijos, que ya está de saldo.
Que mientras nuestro debate sea entre 40 o 70
euros, hay niños, sentados junto a los nuestros, cuyos padres se esfuerzan por
juntar apenas 10 o cinco ¡a la semana! (con los que a duras penas subsisten y
compran lo imprescindible). Que si no somos capaces de ponernos de acuerdo en
algo tan sencillo como una cooperativa escolar, cómo pretendemos que un
gobierno saque adelante a un país entero de una crisis.
Que utilizar términos
como democracia para justificar una postura radical es un insulto,
precisamente a eso, a la democracia….
No sé cómo acabará este cuento, pero, pese a todo, cada día
me ratifico más en nuestra decisión de haber optado por una escuela pública. Es
fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos y eso está bien aprenderlo desde chicos.
Otra cosa es poder cambiarlo.
[All I can say is that my life is pretty plain,
Ya don't like my point of view,
Ya think that I'm insane.
It's not sane, it's not sane.
Ya don't like my point of view,
Ya think that I'm insane.
It's not sane, it's not sane.
No rain,
por Blind Melon]
totalmente de acuerdo, Andrea. En los colegios cuesta encontrar unidad... cada uno piensa en lo suyo!
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