sábado, 26 de mayo de 2012

Periodista en crisis


En los últimos tiempos siento que he perdido mi garra, como le pasó a Austin Powers (Mike Myers) en La espía que me achuchó (la segunda de esta saga) en la que el superespía pierde su “mojo. La definición de Wikipedia de mojo es que es un hechizo o encanto utilizado en vudú, aunque hoy día se usa de forma coloquial para expresar confianza en uno mismo, autoestima o o “sexapeal”. Bueno, pese a mis treinta y tantos yo espero que de esto último aún me quede un poco, pero definitivamente en lo que respecta a mi profesión, tengo que decir que he perdido la garra, mi mojo periodístico.
Siempre me recuerdo queriendo ser periodista. Es algo que tenemos en común, muchos de nosotros. Lo hemos hablado muchas veces y cuando te preguntan eso de cuándo te diste cuenta de que querías ser periodista; yo no consigo recordar ese momento. Es más bien al contrario, no recuerdo haber querido ser otra cosa. 
Pues me imagino que como todos, hubo algún momento en mi vida en que le dije a mi madre que iba a ser bailarina, peluquera, dentista o cantante…. Pero hasta ahí no me llega la memoria. Los recuerdos sólo me alcanzan a verme garabateando breves frases, tomando notas, recopilando historias en  una libreta junto a mis amigas en el colegio, creyéndome Truman Capote en la revista del instituto, sintiéndome totalmente como en casa la primera vez que me senté en la cafetería a las puertas de la facultad de Comunicación y compartí inquietudes con los que como yo, soñaban en poner algún día eso de periodista en su tarjeta de visita (cuando aún se estilaban las tarjetas de visitas); cuando en mi primera incursión profesional no remunerada y tras la bronca de un alcalde de una ciudad muy al sur del sur, me di cuenta de que valía para esto.
Sin embargo, ya no sé si sigo valiendo. Cierto es que no he tenido una carrera profesional lo suficientemente larga, ni exitosa, como para decir que he tocado techo, pero al menos durante los últimos años había encontrado la motivación para levantarme cada día con la inquietud de abordar lo que me esperaba, fuera lo que fuera, con el interés del que aún lo tiene todo por aprender.
Hoy, aún me queda mucho por conocer, por vivir, por escribir, pero he de reconocer que ya no me veo exclusivamente como periodista. Creo que estoy sumida en una suerte de crisis, que poco o mucho tiene que ver con la crisis económica que vivimos en estos momentos. ¿Son los acontecimientos recientes vividos a nivel laboral los que me provocan esta desidia? No lo sé, seguramente han influido algo. ¿Me arrepiento de haber elegido esta profesión? Pues sí, probablemente un poco, a todos nos pasa cuando vemos el panorama y el futuro desolador que ya es presente inevitablemente. ¿Me impide esto hacer bien mi trabajo? Para nada. Más que nunca soy consciente de que pese a todo, soy una afortunada por trabajar en lo que me gusta, a lo que se suma que mi forma de ser me impide hacer algo mal, al menos de manera deliberada.
Entonces ¿cuál es el problema? os preguntaréis. Pues que ya no me llena. Miro a mi alrededor y veo grandes profesionales que se dejan la vida en esto del periodismo, a diario, poniéndolo por encima de cualquier otro interés. Y yo ya no siento esa necesidad.
La parte buena es que ese vacío lo cubren ahora una serie de satisfacciones en otras parcelas de mi vida que no me dejan tiempo para quebrarme la cabeza más de lo necesario. Pero sí que es cierto que el hueco está ahí. Así que si se os ocurre con que llenarlo, ya sabéis donde encontrarme.  
(Me duele la cabeza,
sé lo que me van a decir
que la puerta está abierta
y que ya no puedo seguir así, 
de Me duele la cabeza [Sr. Nadie]

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