lunes, 25 de junio de 2012

Tú decides


No sé si será porque estoy más cansada, por la época del año, porque con el calor todo me pesa y el agotamiento me puede, pero estoy especialmente susceptible, y no es una queja, simplemente voy a escribir sobre una parte importante de mi vida que es mi trabajo,os voy a hablar de un tema por el que luchamos a diario para que todo sea mejor, pero siempre nos quedan muchos espacios por cubrir y éste es uno de ellos.


Antes de casarme y formar una familia, el contexto con el que me relacionaba estaba “controlado” quiero decir que mis amistades estaban informadas la mayoría, mi familia también y casi siempre vivía para trabajar. Ahora trabajo para vivir por mi salud mental y familiar está claro, pero eso no quiere decir que me importe menos, que no siga luchando por las personas más débiles y que cada dia que pasa después de tantos años me siento muy satisfecha porque a la vez que realizo mi trabajo y me gusta, se que ayudo a muchas personas, y cada vez que tengo la oportunidad intento que los demás también aporten su granito de arena.

 Mi contexto es diferente ahora, hay mucha desinformación y tengo que explicar continuamente que mi trabajo no es peligroso y no dejar de reirme interiormente cuando me preguntan a que me dedico y ponen esos ojos abiertos que (ni se imaginan cuanto afea y arruga) y sueltan el pufffff, pero no me enfado, soy más transigente y “comprensiva” y simplemente me paro y si, doy explicaciones y desestigmatizo, porque es necesario YA ESTÁ BIEN!!!


Voy a empezar por explicaros que la palabra Estigma viene del verbo stizein en griego – marcar o tatuar – era una palabra utilizada en la antigua Grecia para marcar, cortando o quemando la piel viva, a los criminales y esclavos para poder identificarlos y que los demás pudieran ver que eran personas de menor valor. El término se ha empleado a lo largo de los siglos para indicar que ciertos diagnósticos despiertan prejuicios contra las personas. Por ejemplo, durante la Edad Media, un grupo discriminado fue el de quienes padecían lepra. Más recientemente, a quienes padecen cáncer o sida. La discriminación a las personas con enfermedad mental ha sido una constante a lo largo de los siglos.




Os aseguro que no existe otro trastorno psiquiátrico tan lleno de estereotipos y estigmas  como el de la esquizofrenia, la mayor parte de las personas tienen un gran desconocimiento sobre sus síntomas, y los que conocen destacan los aspectos negativos como, por ejemplo, violencia o conductas agresivas, y esto simplemente me entristece, ni os imagináis el sufrimiento que genera este prejuicio (casi todo se lo debemos a los medios de comunicación y hemos avanzado bastante, es verdad que ya no existe tanto morbo, pero se destacan aquellos aspectos que son más ‘llamativos’).

“¿Nunca te has dado cuenta de que  siempre es más fácil creerse lo malo?” (Pretty Woman)


La persona con enfermedad mental debe afrontar una doble dificultad para recuperarse: la enfermedad en sí y los prejuicios y discriminaciones que recibe por padecerla y no solo eso, sino que la mayoría de las veces estos estereotipos y prejuicios también los tiene la propia persona, que asume esas actitudes marginadoras y se autodiscrimina.


Y todo esto lo único que hace es empeorar su recuperación, no pueden dominar su situación personal y son incapaces de buscar o vivir de forma independiente, y es posible que ni siquiera lo intente. Ello le puede llevar a fracasar en su tratamiento, y rechazar más la enfermedad mental que los familiares o el personal de los servicios de salud mental que le atiende.


Solo os pido por favor, que antes de decir “ el loco o la loca” os paréis a pensar que es una persona con una vida, con familia y con fuerza suficiente para luchar contra la enfermedad pero con cobardía para luchar contra la sociedad, así que por favor no se lo pongamos mas difícil.


GRACIAS, MUCHAS GRACIAS


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